Sobrevivientes en Guatemala
Por Lídia Vilalta
Para la XIDPIC-CAT-RIPVG
La vida a tragos. Historias de Guatemala es un libro que permite acercarse a la realidad de la violencia contra las mujeres en ese país centroamericano. El periodista Bru Rovira lo ha narrado, tras una convivencia, dura pero empática, en el escenario de la vida de unas trabajadoras del sexo en el Club San Diego del puerto de San José, Departamento de Escuintla, en la carretera del Pacífico que va a la frontera de México.
Siempre se nos ha dicho que una foto vale más que mil palabras, pero en estos tiempos de farándula y poca información, se hace cada vez más necesario el contexto y una documentada y creativa narración de los hechos como la de este periodista.
De la dureza de la vida de las protagonistas dio cuenta también en el debate de la presentación del libro, el fotoperiodista Juan Carlos Tomasi, autor de las fotos y de la idea de la publicación, quién señaló que, entre el año y medio que separaba sus dos viajes, agosto de 2005 y 2007, ya no encontró a las mismas mujeres. El alcohol y el basuko se había llevado a algunas por delante.
Él lo llamó el efecto destructor de su complejo trabajo, pese a que ellas no tienen chulo y son sus propias empresarias.Éstos son algunas fragmentos de esas vidas recogidas por Rovira:
1. “Dayana tenía 15 años. Tres hombres la pararon y la arrastraron hasta el bosque donde ‘la tomaron’; uno detrás del otro. “Me dejaron bañada en sangre en mis partes”. ‘No se lo contó a nadie. Se lavó “bien limpia”. Lloró. Y calló”.
2. “Angela, ha tenido 3 violaciones: la primera unos ‘maras’ de El Salvador la ‘tomaron’ uno detrás de otro durante una noche entera y, de madrugada, la arrojaron a la cuneta. La segunda violación fue por celos. Una chica que la acusaba de quitarle los clientes, pagó para que la mataran. El hombre le perdonó la vida pero la violó con tanta saña que tuvo que guardar cama 3 meses. La tercera fue en un servicio con otras chicas: las aguardaban 15 hombres las obligaron a drogarse y luego se enzarzaron en una orgía de sangre y violencia. Pudo llamar a la policía y las sirenas la salvaron. Podía terminar en un contenedor de basuras”.
3. “Al marido lo vio por primera vez en una parada de autobús. A los 15 días se casaban. Joselyn tenía 16 años. Él 46. Cuando se fueron los invitados, empezó el infierno. ...Los gallos (peleas) y tomar (beber). Y pegarle. Le daba unas palizas de muerte. Un día estuvo incluso a punto de ahorcarla’. Ella se escapó. Y todavía, ‘de vez en cuando, el marido aparecía por el local, le daba una paliza y le quitaba el dinero”
.......Y luego están los ‘coyotes’ –como se denomina a quienes trafican con personas en Centroamérica - ‘los pollos’ -o las víctimas clandestinas con destino a Estados Unidos-, los bandidos y los narcotraficantes que, a menudo, y con la misma saña, agarran una ‘chava’ y la violan y ..... quién sabe si la matan...
La antropóloga Silvia Donoso le explicó al periodista Rovira que la violencia es ‘un instrumento cultural de relación’. No se trata de una violencia “endémica por naturaleza”, como algunos pretenden ver en los pueblos indígenas, sino una violencia que viene de los 36 años de guerra interna.... Y la violencia contra la mujer es tan grave y está tan aceptada socialmente que se habla de feminicidio para explicar la singularidad de estos ataques producidos en un clima de misoginia y machismo generalizado en una cultura dominada por el ‘patrón patriarcal’.
Donoso indica en un informe que “los asesinatos de mujeres se producen con gran brutalidad y un alto grado de ensañamiento y premeditación. Muchos de los cuerpos hallados muestran señales de violencia sexual, mutilaciones genitales, desmembramiento, lo que implica actos de tortura como antesala de los asesinatos.”
Yo seguiré luchando porque me espera una hija en casa
Noemí -nombre ficticio- es una maya katchiquel, orgullosa de ser indígena y de usar el corte (el traje típico de su área). Estudia Lengua y Literatura en la Universidad Pública de San Carlos (USAC) aunque le toma casi cuatro horas de viaje desplazarse de su zona rural a la ciudad: tiene que levantarse muy de madrugada porque allá, las clases comienzan a las 7 de la mañana. Nunca había salido de Guatemala y vino a dar su testimonio a Barcelona para la presentación del libro.
‘Me espera una hija en casa y por ella he sobrevivido’, nos explicó. ¿Que va a ser de ella? me pregunté y ¿cómo explicarle en el futuro -decía- que su mamá fue violada, torturada, secuestrada y golpeada fuertemente durante 4 días?
’‘Fui víctima de una agresión sexual en enero de 2008’, relataba sobrecogida y despacito. ‘Presenté una denuncia al Ministerio Público porque la denuncia sirve para explicar qué pasa y ayudar a frenarlo, aunque si el agresor se entera –seguía- la familia corre peligro’. Así que ‘me siguieron, me secuestraron y pidieron un rescate de 80.000 quetzales (unos 8.000 Euros).
‘Me ha costado mucho superar esta situación’, explicaba. ‘Tuve 2 intentos de suicidio; tuve que renunciar a mi trabajo de maestra y a mis clases en la Universidad’. Pero, con la ayuda de una fundación maya, -una de cuyas integrantes la atendió en su casa- y a través del Proyecto Miriam ahora puede continuar con sus estudios, becada. De su rescate psicológico y su atención jurídica- nos explicó después aparte- se encargó la Fundación Sobrevivientes (ver texto 2 de la serie).
A través de terapia de grupo, individual y también medicina natural, Noemí pudo retomar el mando de su vida. Y, tras recuperar del impacto emocional de explicar públicamente su experiencia personal, dio su versión de la grave situación de su país.
‘La violencia en Guatemala es un acto de poder’ y viene de muy largo.... Yo no estaba, pero en 36 años de guerra (1960-1996) ‘hubo muchos muertos, mujeres violadas, hijos abandonados....Ahora tiene nuevas formas: los militares, la policía, los asaltantes; violencia sexual con el incesto; mujeres que se dejan violentar por sus parejas; trata con engaños de trabajo... 3 de cada 10 mujeres son maltratadas cada hora; 200 mujeres indígenas han sido violadas y matadas en dos meses; de 200 denuncias de asalto al día, solo 130 han llegado a juicio y sólo 40 ha sido sentenciadas, finalizó.
Noemí informó sobre la Ley ya aprobada en Guatemala contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer (mayo de 2008) y anunció el anteproyecto que acaba de llegar al Parlamento guatemalteco para una nueva Ley contra la Violencia Sexual, la explotación y la trata de personas. Porque la ‘justicia no hace justicia’. Imagínense, decía, que ‘si un violador de una menor se compromete a casarse, queda eximido de toda pena’. Por eso, ‘yo seguiré luchando’, concluyó.
En el libro (La vida a tragos. Historias de Guatemala. Fotografías de Juan Carlos Tomasi. Texto de Bru Rovira. Barcelona 2008, Viena Ediciones, Fundació Sida i Societat (http://www.sidaisocietat.org/), el periodista señala que sólo llegan a juicio el 2% de los asesinatos por estos ‘asuntos privados’.
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